Lo Inevitable del deseo
Una vez más hipnotizado por esa media sonrisa carnosa que siempre termina arrastrándote al abismo. Hombros regios de nácar, esplendor de tardía juventud.
Manos trémulas que dudan de ofrecer la ayuda solicitada para subir la cremallera del elegante vestido negro y, a la vez, no pueden evitar acercarse a la llama.
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